Arcillas


La arcilla se origina por la metamorfosis de roca que es naturalmente rica en sales minerales y, en la mayoría de los casos, se extrae de yacimientos al aire libre. Es un remedio que ha sido empleado durante siglos por sus beneficios terapéuticos. Muchas civilizaciones (egipcios, griegos, indios, chinos), han usado arcillas para cuidar y proteger la piel y el cuerpo. La arcilla destaca sobre otros elementos por su capacidad absorbente y adsorbente (lo que significa que intercambia impurezas y toxinas absorbidas por minerales beneficiosos). Las propiedades de la arcilla para la piel son similares en todas sus variantes (desinfectantes, desintoxicantes, antiinflamatorias, depurativas, calmantes, etc), las leves diferencias de su composición hacen que algunas se utilicen con mayor frecuencia en determinados casos. Se usan principalmente en cataplasmas, mascarillas, champús, dentífricos, jabones, etc. La arcilla blanca es antienvejecimiento, antiarrugas y se usa para dolencias agudas del aparato locomotor, piernas cansadas, varices, celulitis, mascarillas de belleza y para pieles sensibles y cabello. La arcilla verde es antiséptica, desinfectante y se usa como antiinflamatoria y para eliminar impurezas de la piel, es apropiada para pieles grasas. La arcila roja, aporta calor y mejora el riego sanguíneo y linfático; se usa para pieles desvitalizadas y lesiones musculares crónicas.