Los aceites esenciales destilados de plantas por arrastre de vapor han sido usados con propósitos terapéuticos desde hace muchos años. Contienen sustancias procedentes de las plantas, que cuando se aplican en la piel, pasan al organismo aportando sus propiedades. Se extraen de diversas partes de las plantas como las hojas, las flores, el tallo, la resina o las ramas. Entre otras propiedades de los aceites esenciales podemos destacar los efectos relajantes, estimulantes, antidepresivos, equilibradores, afrodisíacos, etc. Pueden usarse por vía interna (bajo control de un experto) o por vía externa: masaje (mezclado entre un 2% y un 5% con un aceite base). Se usan en baño o ducha, emplastos, difusor de esencias, sauna, jacuzzi, humidificadores, bol de agua, pañuelo, compresas, inhalaciones, velas, cremas, etc., todo ello para mejorar la salud y el bienestar general. Aunque utilizados correctamente no producen ningún efecto negativo debemos tener en cuenta no ingerirlos sin control de un naturópata, no excederse en la cantidad usada, no exponerse al sol si se ha usado un aceite esencial fotosensible y no usarlos durante el embarazo o lactancia. Los aceites esenciales actúan a todos los niveles: físico, emocional y espiritual, limpiando el organismo y liberando tensiones físicas y mentales. Ayudan también a aliviar la tensión y combatir el estrés y pueden influir notablemente en nuestros estados mentales y calmar la mente, equilibrando las emociones. La Aromaterapia estudia la aplicación de aceites esenciales para mejorar nuestro bienestar. Los PAE (preparados de aceites esenciales) son mezclas de aceites destinadas a un problema o uso concreto.